Sugerir para los demás lo que no estamos dispuestos a
realizar nosotros, es, por lo menos, una idea jodida; pensar que el Servicio
Militar Obligatorio (SMO) puede ser una especie de reformatorio adonde los
adolescentes dejen sus rebeldías y salgan de allí convertidos en ciudadanos respetuosos
de las leyes y las buenas costumbres es una tontería... jodida.
El adolescente es, por definición, una personita en
formación: no es represión lo que necesita sino, por el contrario, comprensión
y acompañamiento. Y tiene todo el derecho del mundo de ser hoy wachiturro,
mañana punk, luego rolinga, emo, flogger y lo que quiera, buscando la
personalidad que lo defina para tooooooda la vida... y rebelde: deberíamos
preocuparnos si no lo fueran. Un adolescente que no desee transformar la
realidad que lo circunda es un adulto en el cuerpo de un niño.
La gente se vuelve vieja en el mismo instante en que
comienza a criticar a la juventud, olvidándose de donde viene.
Hay espacios donde no debemos tener la mas mínima duda. No
debemos, no podemos, permitir ninguna idea que restrinja las libertades
individuales. Ese es el más peligroso de los caminos.
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